domingo, 16 de marzo de 2008

Gaur...

Hace muchos años, en Orreaga había un famoso trobador llamado Gartxot, cuya voz e imaginación eran admiradas en varios valles. A Gartxot le encantaba contar la batalla que había tenido lugar tres siglos antes sobre los puertos que dominaban su pueblo, pues el pueblo vasco había aplastado al gran ejército del emperador Carlomagno. Gartxot tenía un hijo llamado Mikelot que prometía convertirse en un cantante tan bueno como su padre.

En aquella época, la región estaba gobernada por unos monjes franceses. Un día, el joven Mikelot estaba cantando cerca de Orreaga la gran victoria de los Vascos sobre los Francos. El abad francés que dirigía el monasterio se le acercó atraído por su voz, pero al escuchar aquel relato le invadió una ira espantosa. Dominado por la furia, el abad decidió que la lengua de los Navarros, el vasco, sería proscrita en sus dominios, y que aquel lugar llevaría desde aquel momento un nombre francés: "Roncevaux" (Roncesvalles). También se apoderó del pobre Mikelot y lo encerró en la abadía. Cuando Gartxot se enteró de la noticia acudió rápidamente, pero el abad no quería deshacerse del niño y propuso a su padre que dejara a Mikelot en la abadía, donde los monjes se ocuparían de su educación. En contrapartida, prometió regalarle una verdadera fortuna, pero con la condición de que nunca más podría Gartxot pisar el suelo de Orreaga. Después de muchas dudas, Gartxot aceptó y así fue cómo el poeta perdió a su hijo. Mientras tanto los monjes enseñaron al niño el latín y la lengua romana, y las estrofas que antaño alababan el valor de los Vascos se tiñeron de desprecio, y ponderaron el mérito y la grandeza del Emperador Carlomagno.